miércoles, 13 de abril de 2016

Bórrame.

Entre tanto descontrol has obedecido a cada necedad que he dicho, de mis necedades esta podría ser la única realmente realista: Bórrame, de verdad, te reto a que lo hagas. Bórrame como a un garabato en tu vida, bórrame de tu piel, de tus tardes, bórrame cuando el sol arde, olvídame en tus insomnios, bórrame de tu sonrisa, de tus manos, bórrame de aquel lugar en el que solíamos sentarnos, de aquel día en el parque, o de la noche en el bar. Bórrame amor, bórrame como a un error. Te reto, ya sabes cómo me encanta hacer esto. Borra mi cuerpo sobre el tuyo en mi habitación, nuestras tardes de películas y nuestros almuerzos compartidos. Fotografías, cartas, canciones, chocolates. Esconde y tíralo todo antes que me acabe este último cigarrillo, hazlo y tal vez ganes, has sido un gran jugador. Lo haces tan bien que podría creer que no me conoces cuando pasas a mi lado y finges que no me ves, pero vamos, cuando deje caer la colilla será el fin, seguiré sentado aquí, riendo al verte desesperado, frustrado, cansado, tratando de borrar mi recuerdo del lugar intocable, tu alma. Allí quedaron marcadas mis garras, tu alma quedó infectada, y no, no podrás, no podrás hacer nada para curarla. Es ahí cuando entenderás que huir de todo no siempre funciona, es ahí cuando entenderás que aunque intentes, no hay forma de escapar de la mierda que llevas dentro, esa que tarde o temprano comienza a apestar y te pudre, te pudre como no tienes idea.


Amor, cielo de mi cielo, por si todavía no captas la única regla del juego: pueda que sea el más iluso de todos, puedo ser veneno y a veces fuego, tu peor error o tu más grande pérdida de tiempo, puedo ser quién quiera y nunca más quién tú quieres, pero desde el comienzo de este amargo existir he tenido claro las cosas que no soy, y además de no ser a quién pueden domesticar, yo no soy la persona a quién tú podrás olvidar.