Perfume con olor a nicotina.

Siempre  tengo miedo de perderme.

Quizás algún día este frente al espejo y no me recuerde,

tal vez mañana querré otra cosa cuando despierte.

Y  no quiero que te vayas, esencia buscada

porque al fin te tengo y me perteneces,

porque sin ti no soy nada y eso me duele.

Las penas, el olor a cigarrillo y esas cervezas.

No te vayas, no me dejes.

La poesía, el amor por la vida y la muerte.

No me dejes, por favor, no me dejes.

Alma torturada, alma enamorada.

¿Qué haría yo, sí mañana 
perdiera el incienso de tu mirada?

Tu cielo y mi veneno.

Todas tus promesas las creí.

Creí que no volverías a mentir,

creí que te quedarías aquí,

creí que no me volverías a herir.

Cuando dijiste que me amarías hasta el final,

yo creí que lo harías tal cual,

pero estamos hechos de amarga destrucción

y me entregue a ti, todo era por ti

y amé que tú fueras mi razón de existir.

Yo estaba cargado de dulce veneno,

la juventud es nuestro tesoro eterno

donde siempre nos amaremos,

donde el jardín de mi vida florece con tus besos

y vuelo, vuelo tan alto, mi cielo

que no me percaté de que en tus gustos

no estaba mi veneno.

Algún día.

No soy un artista. No estoy ni cerca de serlo, pero un día, un día mí arte pasará sobre fronteras y el mundo temblará ante mis ideas.

Mi único destino.

No importa a dónde vaya

no importa si hoy estoy en Caracas

o mañana en España

pues tu pecho siempre será

mi punto de llegada.

Ahí donde los dos recibimos al alba,

ahí donde me enseñaste tu galaxia

porque solo tú, amor prohibido

me amas como es debido.

En tus cuencas se encuentran mis ríos.

Enredando nuestras piernas encontramos el camino.

Ni el tepuy  más alto me da escalofríos

cuando estás conmigo, amor mío.