martes, 25 de agosto de 2015

Me debes, amor.

Todo es confuso, y oscuro, y frío. Mis tristezas se remueven en mis entrañas cuando cada herida recibe amor. ¿Es así como se sienten los cachorros después de sufrir en calles oscuras? ¿Es así como se sienten las mujeres abusadas cuando intentan volver a la carne? Como si quisiera, como si realmente quisiera creer pero no se puede, ya no se puede, porque duele, lástima, hiere y esto, esto me enloquece.

Oh, el amor, ya te he conocido, viejo amigo. Sé cuál es tu truco, sé que solo eres lindo al principio y luego eres el peor de todos los demonios, te conozco amor, te conozco tanto que te quiero lejos, te conozco tanto que cada noche antes de dormir, mi cuerpo se alerta ante tus buenas noches, ante tu cariño, ante ti. Mi cuerpo tiembla y trata de huir. Déjame, por favor, déjame aquí. ¿No ves que me duelen las piernas de andar y las manos de luchar? ¿No ves que mi sonrisa rompe en llanto con facilidad? No me arregles, no lo hagas, la última vez que lo intentaste fue peor el remedio que la enfermedad. Quiero mis manías, quiero mi soledad y mi depresión, quiero esto que me quiere a mí, quiero esto que me hace daño de principio a fin y no se esconde con esperanza y generosidad.  ¿Cuál es el punto? No tiene sentido, quiero decir, el ser humano no tiene sentido. Buscando felicidad al lado de otro imperfecto, buscando placer vacío y a veces lleno. Buscar para luego huir, buscar para sufrir, una y otra vez, una y otra vez. Estoy tan cansado de esto. Que ilógico y patético, quisiera dejar de ser humano, humano lleno de recuerdos y culpas. Y es que, es realmente patético, ¿sabes? Estar con alguien, a punto de empezar a querer y de repente, todo pasa, como una película, todo el sabor amargo se te viene, de regreso, como recordándote lo que podría pasar, trayendo caras del pasado para revivir rencores y temores. ¿Es que acaso no lo recuerdas? Cuando fuiste real, por primera vez fuiste real, cuando amaste, cuando luchaste, cuando lo diste todo por nada a cambio, cuando corrías para esconderte del mundo, cuando corrías tanto con tu acompañante de la mano, y corrías y jalabas, “vamos, por favor, sigamos” decías, suplicabas mientras sus rodillas vacilaban, “no caigas, mi amor, no caigas”, y entonces te preguntabas ¿de dónde salen estas fuerzas? Pero entre suplicas, reías, reías tan fuerte sin que nadie te contara ningún chiste, reías tan fuerte cuando recibías migajas, como un vagabundo a la orilla del puente, conformándote con lo mas poco, con lo más efímero que te hacía volar, eras una especie de adicto, un loco. Dabas pena, pero eso, nadie lo notaba porque todos lo llamaban ‘amor’, sí. Tenías hambre, mucha hambre, y le encendías, como a un cigarrillo cuando ana volvía, le encendías y fumabas, cada calada era como un bocado de vida, creías que te zaceaba, realmente lo creías, sin embargo no veías las ojeras, ignorabas la tos que te asfixiaba a mitad de camino,  y en algún momento, se volvió ceniza. Todo, todo menos tu tos. Cada caricia, cada beso, cada lágrima, cada sonrisa, los juegos, las llamadas, los apodos, los gemidos, tus manos, las mías, nuestras almas, pecho con pecho, vida con vida, los lugares ocultos, los lugares prohibidos que juntos visitábamos, mis gritos, tus silencios, nuestros miedos, esperanzas, sueños, todo era nada, incluso los recuerdos que ya no estaban. Menos la tos que siempre se agravaba.

No te escribo a ti, le escribo al amor, le escribo porque me debe mucho, me debe noches, me debe peleas, me debe tanto que la cuenta esta por ser cerrada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario