Porque el llanto de
un niño
se puede calmar con
el de un violín
y la desgracia de una
madre
se puede revertir con
un hijo feliz
así, mis
frustraciones se van junto al día gris
y el arte viene a mí
como si hiciera a mi
corazón latir
como el fuego que
arde en mis entrañas
con tan solo querer
vivir para escribir,
con tan solo escribir
para vivir.
Y aunque la flor
cerró sus petalos
cuando la noche vi,
sé que la luna
siempre estará ahí.
¿Quién dice que no
puedo cambiar al mundo con mi poesía?
Si estas venas están
hechas de dolor y vida,
de insomnios y
amargura,
de amor e instantes
de locura
y solo con rimas,
acompañadas de risas,
vuelve el andar de mi
sangre
que en mi ser brilla
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