viernes, 12 de septiembre de 2014

Mi propia revolución: Parte II.

¿Quién dice que no puedo cambiar al mundo con mi poesía?
Porque el llanto de un niño
se puede calmar con el de un violín
y la desgracia de una madre
se puede revertir con un hijo feliz
así, mis frustraciones se van junto al día gris
y el arte viene a mí
como si hiciera a mi corazón latir
como el fuego que arde en mis entrañas
con tan solo querer vivir para escribir,
con tan solo escribir para vivir.

Y aunque la flor cerró sus petalos
cuando la noche vi,
sé que la luna siempre estará ahí.

¿Quién dice que no puedo cambiar al mundo con mi poesía?
Si estas venas están hechas de dolor y vida,
de insomnios y amargura,
de amor e instantes de locura
y solo con rimas,
acompañadas de risas,
vuelve el andar de mi sangre
que en mi ser brilla

No hay comentarios:

Publicar un comentario